domingo, 8 de noviembre de 2015

Escuela de Padres: Normas y Límites

En esta sección hablaremos de temas relacionados con la educación de nuestros hij@s, sobre la importancia de la implicación de la familia, de cómo fomentar determinados hábitos u otros temas de interés que os preocupen y que son propios de la edad.

PAUTAS PARA EL DESARROLLO DE LA AUTONOMÍA

Un niño autónomo es aquel que es capaz de realizar por sí mismo aquellas tareas y actividades propias de los niños de su edad y de su entorno socio cultural. 


- Un niño poco autónomo es un niño dependiente, que requiere ayuda continua, con poca iniciativa, de alguna manera sobre protegido.


- Los niños con pocos hábitos de autonomía, generalmente presentan problemas de aprendizaje y de relación con los demás. De ahí la importancia de su desarrollo: normalmente cuando progresan en este aspecto, también lo hacen en su aprendizaje y relación con los demás.


¿QUÉ HÁBITOS ENSEÑAR?

Como norma general todo aquello que el niño pueda hacer solo, siempre que no entrañe peligro, debe hacerlo él mismo.
También es válido como criterio enseñar aquellos hábitos que tienen adquiridos la mayoría de niños de una edad.
Como guía, pueden servir los siguientes hábitos que están expuestos de menos a más en distintas áreas:

HIGIENE


Todo lo referido a la higiene y autocuidado personal: por ejemplo: control de esfínteres, lavarse las manos solo, cepillado de dientes, el baño, peinarse, usar los productos de higiene...

VESTIDO


Todo lo que se refiere al uso de las prendas y su cuidado: ponerse distintas prendas (pantalones, calcetines, abrigos, zapatos, cremalleras, botones...), guardarlas en el lugar adecuado.

COMIDA


Relacionado con la conducta alimentaria: Comer solo, uso de los distintos instrumentos, respetar unas normas básicas de educación en la mesa, ayudar a prepararse una merienda...

VIDA EN SOCIEDAD Y EN EL HOGAR


Son hábitos referentes a la relación con los demás, el uso de algunos servicios comunitarios y la conducta en el hogar: van desde saludar a la gente conocida, escuchar, pedir por favor y dar las gracias; respetar turnos en juegos, pedir prestado, conocer los lugares para cruzar la calle, evitar peligros (enchufes, productos tóxicos), ordenar sus pertenencias, usar el teléfono, comprar, usar el transporte público o disfrutar de servicios de ocio (ir al cine).

¿CÓMO SE ENSEÑA?


Ofrecerles alternativas en sus elecciones lo que incentiva la toma de decisiones y la aceptación de las consecuencias de sus actos.

Presentarles nuevos retos que supongan un incremento en la dificultad y valorar el esfuerzo que realizan al enfrentarse a ellos: dejarles hacer cosas sólos. La etapa del “yo sólo” por la que pasan los niños puede ser muy estresante para los padres pero es fundamental para el correcto desarrollo de los niños y debemos ayudarles pero no impedirles que desarrollen actividades por sí mismos.

Estimular su razonamiento, no ser los primeros en ofrecer respuestas a sus preguntas fomentará su capacidad de llegar por si mismos a soluciones.

No desanimarles, evitar caer en la tentación de protegerles de posibles fracasos.

 Evitar que dependan exclusivamente de nosotros para resolver los problemas. Recordarles que hay numerosas fuentes de consulta que pueden utilizar para hallar respuestas y fomentar su pensamiento crítico.

Aprovechando los momentos relajados en familia.

Reforzando sus logros y esfuerzos.

Explicando paso a paso.

El juego como herramienta de aprendizaje.


PRIMEROS PASOS EN EL DESARROLLO DE LA AUTONOMÍA

Higiene personal: ir solo al baño, lavarse, cepillarse los dientes, ducharse y dejar el cuarto de baño recogido.

Comer de todo y sin ayuda.

Acostarse a la hora convenida en su cama.

Juego: disfrutar jugando solo y compartiendo su juego con otros niños y niñas.

Mantener ordenado su cuarto: juguetes, cuentos, ropa...


La mayoría de los niños funcionan muy bien con rutinas, luego lo ideal será conseguir que esos hábitos se conviertan en rutinarios.
Lo primero es decidir lo que razonadamente le vamos a exigir, evitando pensamientos como: “prefiero hacerlo yo, lo hago antes y mejor”. Comenzar cuanto antes.
Hay que explicarle muy clarito y con pocas palabras qué es lo que queremos que haga, dándole seguridad: “Desde hoy vas a ser un chico mayor y te vas a lavar la cabeza tú solito, sé que lo vas a hacer muy bien”.
Ponedlo a practicar. Al principio hay que ofrecerle muchas ocasiones de práctica.
Hay que revisar cómo va realizando lo que se le encomienda. Si un niño está aprendiendo a peinarse tenemos que revisar que ha quedado bien.

Valorar si no quiere porque no está a su alcance o por comodidad.
Por lo general si se lo ofrecemos como un privilegio (“Ya eres mayor...” ) lo aceptará mejor que si lo hacemos como un mandato sin más.
Si no lo hace por comodidad, decidle que ya es mayor, que debe hacerlo por sí sólo e ignorar las quejas.
Si todavía se sigue negando podéis adoptar varias medidas: sufrir las consecuencias, retirarle algún privilegio (algún juguete o actividad) o utilizar la sobrecorrección: practicar y practicar la conducta adecuada.
 


BIBLIOGRAFÍA
López Cassà, E. (2010) “Educación emocional”. Editorial Wolters Kluwer Educación¢
 Vallet Regí, M. (2011) “Cómo educar a mi hijo durante su niñez (de 6 a 12 años)”. Editorial Wolters Kluwer Educación
¢

 Vallet Regí, M. (2011) “Educar a niños y niñas de 0 a 6 años”. Editorial Wolters Kluwer Educación¢
I Symposium Nacional de Psicología clínica y de la salud con niños y adolescentes (noviembre 2011). Universidad Miguel Hernández (Elche, Alicante)
¢







Un aspecto importante en el desarrollo social y afectivo del niño es la disciplina entendida como la adquisición de habilidades tomando como modelo a una persona.
Los niños pequeños admiran profundamente a sus padres, personas que les protegen y, por tanto, las más importantes en su vida; a los que desean imitar.
Cuando imitan, influye más lo que hacen que lo que dicen, convirtiéndose los padres en modelos de conducta.
El autodominio no se alcanza hasta el momento en que las personas pueden tomar sus propias decisiones, pero es importante desde pequeños educar para ello.

¿Cómo le enseña un padre a su hijo las reglas y qué deben de hacer los padres cuando las reglas se rompen?

Todos los niños necesitan reglas y expectativas para ayudarles a aprender el
comportamiento apropiado.
El mantenimiento de unas normas claras es estrictamente necesario para conseguir
que el niño alcance una conducta plenamente adecuada.
Las normas deben ser explícitas, conocidas por todos los miembros de la familia y muy concretas. Es importante que se vea la disciplina como enseñanza y no como castigo. 
El aprender a seguir las reglas mantiene al niño seguro y le ayuda él/ella a aprender la diferencia entre lo que es correcto o incorrecto.
Su cumplimiento debe ser muy estricto.
Una vez que se establecen las reglas, los padres deben explicarle a su hijo/a las consecuencias de romper las reglas. Deben decidir cuáles van a ser los premios y las consecuencias. Siempre deben reconocer y ofrecer refuerzo positivo y apoyo cuando el niño sigue las reglas.
Permite que su hijo experimente las consecuencias de su comportamiento. La consistencia
y el ser predecible son las bases de la disciplina y el halago es el mayor refuerzo para el aprendizaje.
Cuando sea posible, las consecuencias deben llevarse a cabo de inmediato, deben estar relacionadas con el romper la regla y deben ser de poca duración para que tú puedas moverte a enfatizar lo positivo de nuevo.
Las consecuencias deben de ser justas y apropiadas a la situación y la edad del niño.
Las normas deben ser estables y no arbitrarias. Muchas veces los padres actúan en relación a su estado de ánimo. Si están de buen humor, se muestran más relajados y permisivos. Si están de mal humor, nerviosos o cansados, se muestran más severos.
Las personas que las imponen deben ser coherentes entre sí. Compatibles con las que se imparten en la escuela.
Hemos de ser consecuentes con las normas que predicamos. Hemos de cumplir las promesas que hagamos a nuestros hijos. No debemos imponer amenazas que luego no podremos cumplir.

Obligar a cumplir la orden más o menos a la fuerza puede sólo dar resultado en niños pequeños. Por
ejemplo, llevarles a lavarse las manos, quieran o no; claro que conviene lavárselas, pero al mismo tiempo elogiares, decirles: “Muy bien, lo estás haciendo muy bien” (aunque sea a la fuerza). Confíen en que su hijo va a hacer lo correcto dentro de los límites de su edad y nivel de desarrollo.
Hable con su hijo como usted desearía que alguien le hablase a usted si lo estuviese regañando. No recurra a ponerle nombres, gritarle o faltarle el respeto.
Sea claro sobre lo que usted quiere decir. Sea firme y específico.
Permita la negociación y flexibilidad; ello puede ayudar a establecer las destrezas sociales en su hijo.

Las RABIETAS constituyen un estadio en el desarrollo, en el curso del aprendizaje, para enfrentarse con la frustración y conseguir el autocontrol. La presencia de rabietas, crisis de llanto, es habitual en niños pequeños desde el año y medio hasta los 3 a 4 años de vida. A partir de los 4 años un niño puede perder ocasionalmente el control y tener una rabieta.
Es de capital importancia realizar un buen manejo de los primeros episodios de berrinches para evitar
crear un mal hábito y saber controlar los próximos si se produjeran nuevamente.

Consejos para manejar las rabietas

Es muy importante que los padres mantengan una actitud coherente y constante, debiendo estar entre
sí de acuerdo en el manejo del niño con rabietas.
La actitud que asuman los padres en esos momentos es fundamental, ya que dependerá en gran parte
como el niño se comporte en el futuro. No responder con agresión ni perder los estribos, ya que esto genera más inseguridad en el niño y por consiguiente persistencia del problema.
Además, los niños imitan estas actitudes de violencia (tirar objetos, pegar a otros niños, etc.)

¿Qué se puede hacer?

1) No perder el control de la situación, mantener la calma; con padres controlados y tranquilos, los
niños seguirán el ejemplo. No permitir que el niño se haga daño a si mismo o a los demás.
2) En el momento del episodio, es correcto mantener una actitud de indiferencia, ya que el niño a
pesar de los intentos de hablarle no escuchará nada ya que su llanto no se lo permite.
3) Es necesario mostrar firmeza que contenga al niño; darle el tiempo y espacio para que se recupere.
4) Si la situación se revierte es importante no concederle lo que quería previamente.
5) Se le debe dar la oportunidad de elegir actividades u opciones que sean aceptadas por los progenitores.
De este modo, el niño con deseos de autonomía pero que aún no sabe de su manejo y control, no se sentirá impotente, atenuando así sus sentimientos de frustración.
6) Se le puede alzar, darle seguridad y afecto una vez pasado el episodio, pero no recompensarlo
con “premios” (golosinas o juguetes) si se porta bien.
Esto es para no confundir al niño creando un circulo vicioso de: Berrinches=Premio.
7) De continuar con esta actitud de rabieta y llanto descontrolado, a pesar de lo anteriormente expuesto, los padres podrán decidir dejarlo en su habitación u otro lugar adecuado y cercano de sus padres hasta que el niño revierta su conducta (Sin espectadores no hay rabieta)




FUENTE: Programa de salud infantil y del adolescente. Consejos de salud y guías anticipadoras.

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